Uno de ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas. Tiene que pasar esta noche Hay que esperar Y salen en silencio. Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. El hombrecito del azulejo es un ser singular.

Author: | Douzragore Yolkree |
Country: | Brazil |
Language: | English (Spanish) |
Genre: | Career |
Published (Last): | 8 May 2008 |
Pages: | 100 |
PDF File Size: | 4.61 Mb |
ePub File Size: | 19.73 Mb |
ISBN: | 958-7-42879-447-9 |
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Uno de ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas. Tiene que pasar esta noche… Hay que esperar… Y salen en silencio. Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. El hombrecito del azulejo es un ser singular. Le dio un nombre. Ya lo declararon al salir los doctores de barba rubia. Y la Muerte espera en el brocal. Y ve que la Muerte bosteza. Ni un rumor se oye en la casa. El hombrecito da un paso y abandona su cuadrado refugio.
Entonces advierte a sus pies al enano del azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia de Francia. A cada visita suya, los que pueden verla -los gatos, los perros, los ratones- huyen vertiginosamente o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su agorero maullar.
Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma desconcertante. La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos. Faltan treinta y tres minutos. Y habla y habla. Hay desgarradas banderas con leopardos y flores de lis, que cuelgan de la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos rotos junto a las rejas, en el aldeano sopor de Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien que no olvida pormenores.
De un brinco se para en la mitad del patio, y se desespera. El doctor Pirovano y el doctor Wilde se sientan a la cabecera del enfermo. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos de un indicio, sin hallarlo. Daniel llora sin cesar. Se aproxima al brocal del aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior. Los muchachos de la cuadra acuden.
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El hombrecito del azulejo

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El hombrecito del Azulejo

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